30 noviembre 2011

Alubias jamoneras


Vivía en un pueblo una anciana que, habiendo recogido un plato de alubias, se disponía a cocerlas. Preparó fuego en el hogar y, para que ardiera más deprisa, lo encendió con un puñado de paja. Al echar las alubias en el puchero, se le cayó una sin que ella lo advirtiera, y fue a parar al suelo, junto a una brizna de paja. A poco, una ascua saltó del hogar y cayó al lado de otras dos. Abrió entonces la conversación la paja:
Y respondió la brasa:
-Amigos, ¿de dónde venís?
Dijo la alubia:
-¡Suerte que he tenido de poder saltar del fuego! A no ser por mi arrojo, aquí se acababan mis días. Me habría consumido hasta convertirme en ceniza.

La proposición gustó a las otras dos, y todos se pusieron en camino. Al cabo de poco llegaron a la orilla de un arroyuelo, y, como no había puente ni pasarela, no sabían como cruzarlo. Pero a la paja se le ocurrió una idea:

-También yo he salvado el pellejo; porque si la vieja consigue echarme en la olla, a estas horas estaría ya cocida y convertida en puré sin remisión, como mis compañeras.
- No habría salido mejor librada yo, -terció la paja-. Todas mis hermanas han sido arrojadas al fuego por la vieja, y ahora ya no son más que humo. Sesenta cogió de una vez para quitarnos la vida. Por fortuna, yo pude deslizarme entre sus dedos.
 - ¿Y qué vamos a hacer ahora? -preguntó el carbón-. Yo soy de parecer, -propuso la alubia-, que puesto que tuvimos la buena fortuna de escapar de la muerte, sigamos reunidos los tres en amistosa compañía, y, para evitar que nos ocurra aquí algún otro percance, nos marchemos juntos a otras tierras.

La proposición gustó a las otras dos, y todos se pusieron en camino. Al cabo de poco llegaron a la orilla de un arroyuelo, y, como no había puente ni pasarela, no sabían como cruzarlo. Pero a la paja se le ocurrió una idea: 

-Yo me echaré de través, y haré de puente para que paséis vosotras.
Tendióse la paja de orilla a orilla, y el ascua, que por naturaleza era fogosa, apresuróse a aventurarse por la nueva pasarela. Pero cuando estuvo en la mitad, oyendo el murmullo del agua bajo sus pies, sintió miedo y se paró, sin atreverse a dar un paso más. La paja comenzó a arder, y, partiéndose en dos, cayó al arroyo, arrastrando al ascua, que, con un chirrido, expiró al tocar el agua. La alubia, que, prudente, se había quedado en la orilla, no pudo contener la risa ante la escena, y tales fueron sus carcajadas, que reventó. También ella habría acabado allí su existencia; pero quiso la suerte que, un sastre que iba de viaje, se detuviese a descansar a la margen del riachuelo. Como era hombre de corazón compasivo, sacó hilo y aguja y le cosió el desgarrón. La alubia le dio las gracias del modo más efusivo; pero como el sastre había usado hilo negro, desde aquel día todas las alubias tienen una costura negra.  
Cuento "La paja, la brasa y la alubia" de los hermanos Grimm. 

Comienzan a llegar esos días en que apetece un plato caliente en la mesa: las temperaturas bajan, el sol apenas se deja ver y cuando llegamos a casa, el estómago reclama su elixir para recuperar ese calorcito perdido desde que por la mañana abandonamos las mantas. En otro post ya comenté mi desmesurada afición por las alubias, legumbre que en esta ocasión vamos a utilizar como ingrediente protagonista de un plato que puede considerarse único por la combinada ingesta de legumbres, verduras y proteínas. Eso sí, aunque la elaboración es muy sencilla, la inversión en tiempo es elevada debido a que vamos a cocer las alubias en un caldo creado exclusivamente para ellas.

A la hora de hacer caldo, necesitamos una olla a presión. Que yo sepa, hay dos tipos de ollas: la denominada rápida o bombeada (con pitorro chucu-chucu de toda la vida) y la súper-rápida, que suele tener un mango-tapa con posiciones de cocción. Yo recomiendo para estos casos la rápida porque suele exprimir mejor los sabores. Pero también os aseguro que sale perfectamente en una olla súper seleccionando el modo 1 o alta presión. 

Ingredientes (sólo para el caldo):
* Un pimiento choricero seco (importantísimo, da un sabor especial)
* 300 gramos de lonchas gordas de jamón. Preferiblemente con alguna veta de grasa para dar más sabor. Yo suelo comprar los tacos de serrano que venden en Mercadona porque su peso es el adecuado y no suelen ser magros del todo.
* 2 zanahorias medianas
* 1 puerro
* 1 cebolla dulce pequeña
* 4 dientes de ajo
* 1,8 litros de agua
* Aceite de oliva virgen extra y perejil

Elaboración del caldo:
1. Haciendo un corte por la mitad con un cuchillo afilado, quitamos las pepitas y el rabo del pimiento choricero desecado. Una vez limpio, lo sumergimos en un plato con agua durante aproximadamente una hora para que se hidrate. Es muy importante que quede cubierto del todo, ya que tiende a flotar. En la foto os muestro el antes y el después, por si acaso las instrucciones del fabricante os indican otro tiempo distinto.


2.  Lavamos y pelamos las zanahorias, el puerro (fuera la parte verde) y la cebolla. Ojo, no digo por ninguna parte picar: las verduras se dejarán enteras.

3.  Partimos el taco de jamón en lonchas gorditas para una mejor manipulación.

4.  Pelamos los ajos y les partimos por la mitad. Una vez estén el resto de los ingredientes preparados, hacemos un sofrito de los ajos con aceite de oliva. El recipiente adecuado para realizar esta operación puede ser una sartén o en mi caso la misma olla donde luego vamos a elaborar el caldo.


5.  Una vez que los ajos comiencen a coger color, agregamos los trozos de jamón y el resto de ingredientes, incluido el agua. Cuando la mezcla comience a cocer, tapamos y cocemos durante 1 hora (¡sí, una hora!). Retiramos del fuego y esperamos a que deje de salir vapor por la válvula y el recipiente no abrase.

6.  Abrimos la olla y rescatamos los trozos de jamón ya cocidos, colocándolos en un plato aparte. Para poder escurrirlos mejor, nos ayudaremos de una cuchara para servir pasta o una espumadera. Limpiamos los trozos de la grasa o parte blanca. Yo recomiendo aparte picarlo en pequeñas porciones o mejor aún, en hilitos como muestro en la foto.



7. Trituramos con la batidora el resto de ingredientes y el caldo. El resultado será un líquido espeso lleno de sabor. Rectificamos de sal en el caso de que sea necesario.

Una vez cocinado el caldo, llega el momento de mezclarlo con las alubias y el jamón, que volvemos a agregar a la olla. En el caldo resultante (aproximadamente 1,5 litros) caben  dos botes de alubias precocidas de 400 gramos cada uno. Yo utilizo estos botes porque, aparte de la comodidad, son de la variedad judiones de la granja, que son un poco complicados de adquirir en crudo. Podéis añadir cualquier tipo de alubia, pero siempre ya cocida con anterioridad. El tiempo de cocción en el caldo+jamón será de 10 minutos.

Mirad qué plato más rico y qué pinta tiene. Por supuesto, se puede congelar con total tranquilidad y me parece una buena opción para llevar en un tupper al trabajo (con un único plato cubrimos nuestras necesidades nutricionales), siempre y cuando nos pongamos la ración justa. 

Con este receta participo en el concurso de recetas de otoño de Entrando en la cocina con Claire.

28 noviembre 2011

Copas de chocolate y nata



Quiero utilizar esta atalaya que me otorga la página oficial (bueno, no hay otra) de Cada Día, Peor para reivindicar las Copas Danones de NATA de una vez por todas. Es que viendo el anuncio me dí cuenta de que preguntaban algo así como, "¿te aburres cuando se acaba la nata? Pues ahora más nata en tu copa". Pues saben lo que les digo. QUE SÍ, QUE YO ME ABURRO LA HOSTIA CUANDO SE ACABA LA NATA. Y si lo que quieres es que no me aburra, ¡manda al chocolate a tomar viento de una vez! Si el que quiere comer el chocolate puede comprarse un mousse y queda tan contento, que además tiene burbujitas que dan una sensación muy especial al susodicho postre. ¿PERO QUÉ PASA CON LOS QUE QUEREMOS UNA COPA DE NATA EXCLUSIVAMENTE DESDE QUE TENEMOS USO DE RAZÓN? ¿Acaso la nata no tiene derecho a independizarse de la tiranía y el protagonismo del chocolate? ¡Coño! ¡Por lo menos que la pongan abajo, para darle más caché!
Conclusión, que si lo que quieren los señores de Danone es complacer a todos los consumidores que se aburren cuando empieza el chocolate: ¡que lo quiten y punto!


Yo recomiendo a todos los que disfrutan del sabor blanco por excelencia de la Copa Danone una técnica que llevo utilizando muchos años y que palia la falta de comprensión con los consumidores de nata de la Copa Danone (que por cierto, también tiene burbujitas como el chocolate del mousse. Que ahora que escribo esto, esa es otra. Ya que no quitan el chocolate, ¿por qué no lo ponen como el del mousse, con burbujitas, para darle más continuidad argumental al postre?). La técnica es la siguiente: coges muy poquita nata con la cucharilla mientras estás consumiendo esa parte de la Copa, porque ASÍ TE DURA MÁS. Probadlo. Os aseguro que funciona.
Historias fresorras. Carlos Tresandí.
Esta receta es una imitación casera de las famosas "Copas" de la marca Danone, que tanto marcaron los días de postre especial de mi infancia. Por mucho que me encantara el lácteo, encontraba su parte marrón demasiado abundante a la par que empalagosa, por lo que al final acababa empachada y harta de sugerir en sueños que Danone cambiara de proveedor de chocolate. Este postre me parece una estupenda forma de acabar una comida de fiesta y es ideal para los niños. Y también para los mayores :P En mi versión incluyo como compañera de la nata cuajada de chocolate con leche, haciendo que apetezca comer nuestro vasito de principio a fin, sin esa sensación de grasa hidrogenada de lo industrial. Y dentro de lo que cabe, tiene un gran aporte de calcio por la presencia como ingrediente fundamental de la leche.
Esta vez no pongo paso a paso porque la elaboración es más sencilla que hacer la O con un canuto. Aparte, su tiempo de preparación está dentro de unos límites más que razonables. Si tenéis dudas, leed con atención el dorso del paquete de sobres de cuajada, que hasta tiene dibujitos y todo. Para los más vagos, la nata puede ser en spray. Para los perezosos a dieta, recuerdo que hay natas light. Eso sí, del sabor no me responsabilizo.


Ingredientes (para unos tres vasitos de tamaño medio):
* 500 ml de leche. Consejo nutricional: si el público objetivo del postre son niños, es recomendable utilizar leche entera.
* Una tableta entera de chocolate con leche de 125 gramos.
* Un sobre de cuajada Royal
* 50 gramos de azúcar 
* Para la nata montada casera (opcional): 200 ml de nata con al menos un 33% de materia grasa y dos cucharadas de postre de azúcar.

Elaboración:
1.  Separamos 250 ml de leche en una taza y disolvemos en ella el sobre de cuajada. Como es probable que se formen grumos, tendremos que aplastarlos contra las paredes del recipiente para conseguir que se disuelvan completamente.

2.  Ponemos el resto de la leche (otros 250 ml) al fuego en un cazo a fuego medio.


3. Cuando la leche esté a punto de hervir, agregamos la tableta entera de chocolate cortada a trocitos, removiendo con una cuchara hasta que se funda.

4. Cuando el chocolate esté fundido, añadimos el azúcar.

5. Una vez que la mezcla del cazo hierva, añadimos la leche con el sobre de cuajada disuelto sin dejar de remover. Esperamos a que hierva otra vez y retiramos del fuego pero sin apagarlo, ya que simplemente vamos a apartar el cazo del calor un momento para seguidamente volver a colocarlo en el fuego.

6. Cuando vuelva a hervir, retiramos completamente el cazo de la fuente de calor y repartimos con la mayor celeridad posible la mezcla en los vasos, llenándolos hasta unas 3/4 partes de su capacidad.

7. Dejamos enfriar a temperatura ambiente y luego introducimos los vasos en la nevera como mínimo durante 4 horas, tapados con un poco de papel de aluminio.

8. (Opcional): Para montar la nata casera, vertemos la nata líquida (preferiblemente fría) con dos cucharadas de azúcar en un bol grande para que no salpique. Montamos con la batidora de varillas hasta que alcance una consistencia tal que al mover el bol la nata ni se inmute.

9. Pasado el tiempo reglamentario, sacamos los vasos de la nevera y decoramos con nata su superficie. ¡A degustar!


Hay verdaderas monadas hechas con sobres de cuajada. Una de las famosas es la tarta tres chocolates de webos fritos o bien esta tarta de limón y canela de un solo chocolate de Morgana. He cocinado ambas recetas y os puedo decir que a mí personalmente me gusta más que tenga una sola variedad de chocolate, porque la otra me satura un poquitín. Eso sí, tened en cuenta que en estos casos se sustituye la mitad de la cantidad de leche por nata, lo que hace recomendable no meterse un trozo de estas delicias de forma habitual. Personalmente si es un postre para compartir en familia, utilizaría siempre leche. Una correcta nutrición por encima de todo.

21 noviembre 2011

Flan reineta


No entiendo cómo aquel viejo trasto podía ir a aquella velocidad. Y mucho menos cómo alcancé a oír la voz de mi abuelo, que me decía:


Es muy fácil distinguir un manzano del resto de los árboles si tiene fruto. Lo difícil es saber cuál es tu manzano, el que fue plantado para que diera las manzanas de tu pastel.

Cuando llegamos, todos me parecieron idénticos.

Al principio da la impresión de que son idénticos -- advirtió mi abuelo.
Pasamos la tarde entera en el manzanal, y, al final, cada árbol era diferente a los otros.

No me preguntes por qué, pero cuando veas el tuyo, lo reconocerás...
Y lo reconocí… pero no era época de manzanas.

No te preocupes --me animó--. Si tienes manzana, puedes ponerle por encima unos trocitos. Si no, tampoco es muy necesario…
La manzana no era para dar sabor al pastel. En realidad la necesitábamos sólo para darle nombre.
Después de todo, hacer un pastel de manzana no servía para, después, comer pastel de manzana.

Extracto del libro Para hacer un pastel de manzana, escrito por Pablo Albo. Editorial Edelvives, colección Ala Delta.

Esta tarta tipo flan es un festín de contrastes para el paladar. Por un lado vamos a tener el dulzor del bollo, que, aunque ya esté un poco duro, recuperará su esponjosidad gracias al combinado líquido para crear las capas de flan. Por otro, el inigualable sabor ácido de una de las mejores variedades de manzana reineta del país. A pesar de su aspecto contundente, no es un postre empalagoso sino más bien todo lo contrario: fresco y con un toque diferente.
Con esta receta participo en el concurso "Recetas con pan de ayer" organizado por la editorial Random House Mondadori y el blog con las zarpas en la masa.




Ingredientes:
* 3-4 bollos suizos (depende de su tamaño) comprados hace un par de días.
* Azúcar blanco: 6 cucharadas soperas colmadas + 200 gr. aparte para el caramelo
* 800 ml de leche
* 2 manzanas grandes de variedad reineta del Valle de las Caderechas. A ser posible bastante maduras.
* 4 huevos gordos (+ de 73 gramos/unidad).




Elaboración:
1.  La primera operación es hacer caramelo casero en el propio molde. Es muy importante que el recipiente esté fabricado en material metálico, sin capa antiadherente y que soporte temperaturas de hasta 180-200 ºC en el horno. El que he utilizado es un recipiente sencillo redondo de 24 cm de diámetro y 5 cm de fondo.
Para elaborar el caramelo, colocamos el recipiente con 200 gramos de azúcar a fuego lento, removiendo constantemente para ayudar a su completa disolución. Una vez tengamos una pasta líquida de color marrón, retiramos del fuego. Es importante extenderlo cuanto antes por el fondo y paredes del molde antes de que se endurezca. Dejamos enfriar el caramelo hasta que empiece a cristalizar.





 
2.  Mientras el caramelo templa, partimos rodajas de grosor medio de bollo suizo y algo más finas de  manzana reineta, previamente pelada.




3.   Una vez que el caramelo alcance la temperatura adecuada, es el momento de hacer las capas de bollo y manzana. Hay que empezar siempre por bollo, colocando los trozos de manera que cubran por completo la superficie del molde. Para la capa inmediatamente superior será el turno de la manzana, colocando los trozos de igual forma. Así vamos haciendo capas hasta llegar a un poco antes del borde del recipiente, donde acabaremos igual que empezamos: con bollo. Obsérvese que estamos alternando sabor dulce con sabor ácido para marcar aún más si cabe la diferencia de sabores.

4.  Precalentamos el horno a 180 ºC con el modo calorífico arriba y abajo. Mezclamos en un bol aparte, la leche, los cuatro huevos batidos y las seis cucharadas colmadas de azúcar. Este preparado líquido se echa sobre el molde cuidando de repartirlo bien por todas las capas, sobre todo las de bollo, que deben quedar bien empapadas. Para ello, conviene aplastar las capas con una cuchara de la siguiente manera.



5.   Introducimos el pastel en el horno. Cuando hayan pasado unos 15 minutos, conectamos el ventilador del horno. Estará hecho en aproximadamente unos 45-50 minutos. Como el tiempo depende mucho del electrodoméstico, podemos comprobar si el flan está bien cuajado introduciendo la punta de un cuchillo: si sale limpia, es que es momento de finalizar la cocción. Si por el contrario el cuchillo sale sucio y la capa superior se está dorando demasiado, podemos cubrirla con un poco de papel de aluminio para evitar que se queme.

 6.     Dejamos enfriar y desmoldamos en un plato como si estuviéramos dando la vuelta a una tortilla de patatas. Antes de proceder a su vuelco, es recomendable pasar un cuchillo por los bordes para evitar que queden restos pegados que afeen la presentación.



Este pastel o tarta nunca se debe consumir caliente y, al igual, que los flanes tradiciones, se conserva en la nevera.
Como es costumbre, me despido con una foto ampliada de un trozo del postre, donde se pueden apreciar con total claridad las diferentes capas que lo componen.

11 noviembre 2011

Día del Brownie o crónica del asesinato de unos conguitos


Dramáticos, líricos, poéticos, ¡hasta sádicos!, figuran en la nómina de los escritores que de alguna forma se refirieron al chocolate en sus obras. Y entre los sádicos, el que le dio nombre al género, el marqués de Sade (1740-1810), y entre sus obras, la titulada Juliette ou les prospérités du vice. En ella, Menski, con ocasión de tomar una taza de chocolate, no advierte que le han echado en él, para adormecerlo, un poco de estramonio, uno de los más poderosos narcóticos conocidos, y uno de los más peligrosos tomado interiormente.
Otro de los personajes de la novela, la joven Rose, es envenenada a través del chocolate, igualmente. Y madame Brissac es víctima, ésta definitiva, por el mismo conducto. Con razón, y haciendo referencia a esta inclinación de Donatien Alphonse François de Sade, escribió Roland Barthes aquello de:
Sustancia tónica y asesina, en sus novelas el chocolate termina funcionando como señal de una doble economía alimenticia.
Aunque, al menos por lo que se refiere a la muerte por chocolate como arma utilizada para enmascarar el veneno, hay que reconocer que, en este caso concreto, si el de matar, que es el mayor de los vicios, fue acompañado del goce de disfrutar del chocolate, por parte de la víctima, claro, con lo que su muerte fue, en cierto modo, un poco dulce.
Cita sacada de “El libro del chocolate” de Ignacio H. de la Mota. Ediciones Pirámide, Madrid, 2008.
Hoy es el #diadelbrownie. Los promotores de esta iniciativa son los mismos que crearon la megagalleta, véase el monstruo de las galletasSandeeA y David Monaguillo. La idea es sencilla: un grupo de personas cocina y/o publica en el mismo día las diferentes versiones de una receta. Me apunté con mucha ilusión a pesar de no haber horneado un brownie en mi vida. Qué inconsciente.

Nunca pensé que una cosa tan rica como el chocolate acabara con mi paciencia y despertara instintos asesinos. He comprobado en mis propias carnes una de las desventajas de vivir en una ciudad pequeña: es muy complicado encontrar en los supermercados ciertas cosas. El objeto deseado era esta vez un paquete de gotas de chocolate blanco para fundir que según mi memoria una vez divisé en cierto centro comercial. Ni corta ni perezosa decido ir andando a trabajar (unos 50 minutos en plan paseo) haciendo parada para proveerme. Adelanto la ingesta de comida a la hora del albañil y salgo de mi hogar con hora y media de antelación para ir sin prisas. Cuál es mi sorpresa cuando el único rastro del producto es un precio tirado en medio en las estanterías. Resumiendo: no hay y tal vez no lo hubo nunca.
Presa de furia asesina, mi mente se pone a trabajar en plan Google Maps para localizar el siguiente supermercado que quizá pueda tener algo parecido. Calculo quince minutos dándole a la pata con ganas. Todo esto sin reloj y temiendo no llegar a tiempo al trabajo, así que voy en plan militar: un, dos, un, dos. Nada, sin rastro.
Mascullando maldiciones y con los primeros síntomas de calambres en las piernas llego al centro de mi ciudad, donde decido en un poco de azúcar no me vendrá mal. Entro en una tienda de chuches y entonces los veo: ¡conguitos recubiertos de chocolate blanco! Cómo no se me había ocurrido antes: así tengo el fruto seco (mmm, cacahueeeete) y el chocolate dos en uno. Ni que decir tiene que me agencié una buena bolsa.

La receta que he seguido es la del siguiente vídeo, obra de “El cocinero fiel”. Como no tengo experiencia alguna en este postre necesitaba apoyo visual.

Los ingredientes que he utilizado son:
  • 150 gramos de mantequilla
  • 90 gramos de chocolate de cobertura Valor
  • Una vaina de vainilla (él usa esencia)
  • 200 gramos de azúcar blanco
  • 50 gramos de coco rallado
  • 2 huevos tamaño M
  • Un pellizco de sal
  • 150 gramos de harina
  • 50 gramos de conguitos recubiertos de chocolate blanco sustituyendo a sus pepitas de chocolate y a las nueces.


La idea primigenia era echar los conguitos para que al partir un trozo de brownie se viera una bonita combinación de colores negro-blanco. La realidad es que el blanco apenas se nota y los conguitos parecen una población masacrada por un volcán asesino. Aquí podemos ver un cadáver desenterrado de la rica tierra chocolatera:


Y aquí una foto ampliada de las sepulturas:

Para colmo de males, he intentado arreglar la presentación del plato montando un conejo de chocolate que supuestamente queda la mar de mono. Desgraciadamente un tembleque fatal ha lisiado a la criatura dejándolo cojo. Así que más que un conejo parece un monstruo medio nuclear (así, modo godzilla) que se viene a comer a los supervivientes de la población conguito.


En fin, en todo primer intento hay que ser positivos. Aunque tenía miedo de que quedara seco por la solidez de la masa final, debo destacar que el sabor del brownie es estupendo a la par que jugoso y varias personas que lo han probado han quedado satisfechas.

La intención es lo que cuenta. Espero mejorar la próxima vez.


01 noviembre 2011

Bizcocho de limón. Homenaje a Sansa Stark (Juego de Tronos)


"Se preguntó si Sansa Stark también tendría frío, estuviera donde estuviera. Lady Catelyn le había dicho que Sansa era un niña dulce a la que le encantaban los pastelillos de limón, las túnicas de seda y las canciones de caballería, pero aquella niña había visto como decapitaban a su padre y luego la habían obligado a casarse con uno de los asesinos."

El triste destino de Sansa, hija del difunto señor de Invernalia, no es el que nos muestran los cuentos de princesas. Educada para casarse con un noble de las tierras del norte, su destino da un giro inesperado cuando se convierte en la prometida del futuro rey de Poniente. Su inocencia y dulzura no la ayudarán a adaptarse en una corte llena de intrigas y conspiraciones, donde cada uno de sus movimientos será vigilado por la manipuladora reina Cersei. La aparente tranquilidad de su nueva vida se destruye cuando su padre es injustamente acusado de alta traición y el actual gobernante muere en un accidente de caza. Sansa se convierte en prisionera como moneda de cambio en la guerra que se desata entre el norte y una de las familias más poderosas de la nobleza.
Sin embargo, el azar vuelve a jugar sus cartas y la niña podría ser, según los informes de las batallas, la única superviviente de su sangre. Casada contra su voluntad, consigue escapar de la capital del reino ayudada por un bufón con la promesa de volver a su tierra. Finalmente es interceptada por el regente del reino del Nido de Águilas, viudo de su tía Lysa, que la esconde bajo una nueva identidad de hija bastarda con oscuras intenciones en su propio beneficio.

Este es sólo uno de las decenas de personajes de la saga de novela fantástica "Canción de hielo y fuego". Algunos nos enganchamos a los libros gracias a la adaptación para televisión, pero hay miles de fans en todo el mundo. Agradecemos por favor que no se nos llame frikis.
Actualmente hay cuatro libros editados en español:
1. Juego de tronos
2. Choque de reyes
3. Tormenta de espadas (2 volúmenes)
4. Festín de cuervos

El quinto libro, "Dance with Dragons", no está todavía traducido, aunque existen en la red traducciones en formato de libre distribución realizadas por fans. Y ya hay una mención al sexto, aunque habrá que armarse de paciencia teniendo en cuenta que George R.R. Martin tardó algo más de cinco años en publicar el último.

Catalogada como de género fantástico, no estamos ante otro Señor de los Anillos. Su planteamiento es más realista, con apenas personajes imaginarios o de leyenda y su punto fuerte son las conspiraciones y los acuerdos entre aspirantes al poder que van cambiando a lo largo del desarrollo de la historia. En cuanto al mundo gastronómico, se describe con detalle la alimentación de reyes, ejércitos y el pueblo llano. La diferencia de clase se nota en la profusión de carne y pescado de río en las mesas de los ricos, mientras que los menos adinerados y los soldados comen muchas más verduras. Eso sí, el postre más mencionado es con diferencia los pastelillos de limón, consumidos a partes iguales por los diferentes estratos de población.
¿Por qué el limón? La respuesta se encuentra en la prevención de enfermedades. Según los maestres de la época, el consumo de limón junto con el de carne fresca previene infecciones en las encías y fortalece los dientes. Sí, amigos, todavía no está muy extendido el uso del cepillo de dientes.
La receta que propongo en esta entrada es un BIZCOCHO DE LIMÓN. Es el mejor que he probado tanto por su textura esponjosa como por su duración sin refrigerar o congelar, de hasta una semana en perfectas condiciones. Es una adaptación a bizcocho de una receta de magdalenas de Palencia. La masa es muy delicada y nunca me quedaban horneadas de manera uniforme, así que decidí un día no dividirla en moldes individuales y el resultado fue espectacular. Los ingredientes son para llenar un molde rectangular de 30 cm de largo.

Ingredientes:
* 6 huevos
* 250 gramos de azúcar 
* 250 gramos de mantequilla
* 250 gramos de harina
* El zumo de un limón
* Una pizca de sal para montar las claras

Elaboración:
* Separamos las claras de las yemas tal y como explicamos anteriormente en la receta de la mousse. Las yemas las ponemos en un cuenco con el azúcar y batimos hasta obtener una mezcla ligera y espumosa. Añadimos la mantequilla ablandada a temperatura ambiente o derretida en el microondas. Agregamos el zumo de limón y, sin dejar de remover, incorporamos la harina poco a poco.

* Batimos aparte las claras a punto de nieve. Recordamos que estarán en su punto cuando movamos el bol y no se muevan.

* Añadimos las claras a la mezcla anterior con movimientos envolventes cuidando que las claras no pierdan volumen.


* Vertemos la mezcla en un molde previamente untado de mantequilla. Podemos obviar este paso si el material del mismo es silicona. Precalentamos el horno a 150-160 grados y lo horneamos durante una hora o hasta que esté listo. Para comprobar que está bien hecho podemos introducir la punta de un cuchillo o bien una aguja de hacer punto: si sale limpia ya podemos finalizar la cocción del bizcocho.

Esta vez no utilicé el horno eléctrico de mi casa, sino un horno de leña estupendo que se encuentra en el merendero familiar. El calor no es tan agresivo y por ello el bizcocho estuvo a 180 grados durante unos 45 minutos. Otra de las ventajas es que no se mezclan olores ni sabores, por lo que ese día se asó en él un pollo, salmón y una empanada aparte de nuestro postre. Todo por el módico precio de unos pocos tacos de leña. Ideal para la crisis :)


Esta receta no necesita publicidad. Muchos de vosotros ya la habéis probado porque es el mismo bizcocho de limón que he llevado a la oficina en innumerables ocasiones. Y bueno, alguno hasta se llevó las sobras a casa, así que muy malo no está, jajaja.
Me despido con una foto ampliada de su textura.