21 enero 2012

Setamuffins para concurso

Amanece en el poblado pitufo...



Tímidos rayos de sol acarician las setas, vivienda habitual de nuestros pequeños amigos de color celeste...

Ahora que lo pienso, si me acerco un poco más esto no parece una seta...


¡es un muffin con mega copete!


Sí, amigos, la experiencia combinada del buttermilk con el molde metálico especial de Ikea para muffins ha sido muy satisfactoria por dos razones:
1. He conseguido una textura esponjosa totalmente diferente a la de las magdalenas convencionales y más próxima a la que tienen los donuts comerciales.
2. El molde, al ser más estrecho de lo habitual, ha favorecido considerablemente la formación de un espectacular "tuppo" o caperucita que refuerza el aspecto visual de ternura y provoca la secreción inmediata de jugos salivales.

Podría haber una tercera razón positiva relativa al uso de las cápsulas para muffins también adquiridas en el gigante sueco. Desgraciadamente no terminan de ser ideales porque, a pesar de su belleza, se transparentan bastante al cocer la masa en el horno. Otro motivo es que no son de papel muy grueso y por tanto no aguantan el peso de la ración de masa sin el apoyo de un molde. Sin embargo, su aspecto final no es muy desgraciado y si no tienes nada más a mano (esto me pasa por ser de provincias, jaja), te apañas con ellas y ya. Aparte, el copete de los muffins hace que se note menos la dudosa calidad del papel.

Os muestro dos de los tres diseños de cápsulas disponibles de la serie Drömmar

Son un poco flojas, no aguantan nada el peso de la masa

Vamos con la receta, idea del blog Food and cook by Trotamundos.

Ingredientes:
* 350 gramos de harina (de la normal)
* 2 cucharadas y media de las de café de levadura en polvo tipo Royal
* Un cuarto de cucharada (también de las café) de bicarbonato sódico
* Una pizca de sal
* Un poco de nuez moscada recién rallada
* 210 ml. de leche (yo usé desnatada)
* 40 ml. de buttermilk casero.
* 60 gramos de mantequilla sin sal
* 200 gramos de azúcar granulado
* 2 huevos 
* Para el frosting o baño del copete: mantequilla, azúcar y canela.

Elaboración:
1. Tamizamos en un cuenco aparte los ingredientes sólidos: harina, levadura, bicarbonato, sal y la nuez moscada. Mezclamos bien.
2. En un bol batimos muy bien la mantequilla con el azúcar hasta que obtengamos una crema.
3. Añadimos al bol los líquidos: los dos huevos de uno en uno y previamente batidos, la leche y el buttermilk. Mezclar.
4. Juntamos los sólidos y los líquidos hasta integrar bien todos los ingredientes. Como podemos observar, la masa final queda muy homogénea.

5. Precalentamos el horno a 180 ºC con ventilador. Mientras alcanza la temperatura, distribuimos la masa en los moldes para muffins. Yo los llené casi hasta el borde con una cucharada y media de las soperas.

6. Horneamos aproximadamente unos 30 minutos o hasta que veamos que han subido y que el interior está hecho. Esto se comprueba con la punta fina de un cuchillo o una aguja de tejer: si sale limpio, es que ya ha finalizado la cocción. Cuando estén listos, dejamos que se enfríen.

Vista aéra de los muffins dentro del molde
Primer plano de los muffins recién horneados a la espera de su frosting
7. Preparamos el frosting en dos platos hondos: uno contendrá mantequilla derretida y el otro una mezcla de azúcar granulado y canela. Pintamos el copete de los muffins con una brocha o pincel de silicona y seguidamente lo introducimos en el plato de azúcar y canela para que se peguen los granitos a la superficie. Con este baño conseguimos potenciar  más si cabe el déjà vu de sabor a donut.


Con esta receta participo en el concurso Cocinando con el sol de Gastronomía Solar. Aunque  lo he cocinado en versión no solar, la receta sería muy sencilla de elaborar con energía limpia y renovable porque el único electrodoméstico implicado es el horno. Y como ya se han animado a hacer incluso cupcakes, ¿por qué no unos riquísimos muffins? ;)



18 enero 2012

Esto me pasa por ser de provincias: buttermilk casero

Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no: "¡así! "
La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.
El cuento de lechera, fábula de Esopo.

Señoras y caballeros que me visitáis desde lugares donde no hay ni un Corte Inglés en condiciones, hoy es vuestro día de suerte: abro una nueva sección titulada "Esto me pasa por ser de provincias", sin más pretensión que ayudar a suplir esas carencias de proveedores que sufrimos todos aquellos aficionados a la repostería sin vivir en una gran urbe.
Cierto es que existen tiendas online maravillosas donde con unos cuantos clicks podemos comprar casi todo lo imaginable, pero tienen un defectillo: exigen cierta planificación para hacer un pedido que salga rentable en cuanto a gastos de envío se refiere. No nos engañemos: comprar suministros de calidad para repostería no es una cosa barata. Y no están las cosas como para exponer a nuestro monedero a una colitis crónica. Si encima planea por ahí la sombra de no ver físicamente lo que adquieres, aparecen las reticencias y al final acabas posponiendo el asunto para "otra ocasión".
Hay que procurar apañárselas con lo que tengamos a nuestro alcance. Con esto no estoy diciendo que aprovechando un viaje a alguna capital no hagamos una pequeña excepción en nuestra política de autarquía, ojo. Pero todo con mesura y teniendo en cuenta que hay ciertas cosas que podemos conseguir de manera casera y económica.
Un ejemplo de producto que nos puede dar quebraderos de cabeza al intentar buscarlo pero que es sencillo de cocinar es el buttermilk o suero de mantequilla. En combinación con el bicarbonato sódico se utiliza para dar jugosidad y humedad a los pasteles. Se supone que lo podemos encontrar fácilmente en Lidl o en la sección de productos internacionales de Carrefour, pero aquí no hubo suerte y no se encontraba en el surtido (en Lidl no vendían ni bicarbonato, ¡el colmo!). Podemos fabricar una versión casera con leche y limón/vinagre (suero de leche, no es lo mismo pero puede valer) o bien a partir de nata líquida como explicaremos a continuación.

 


Ingredientes: 200 ml de nata líquida (brick pequeño) con al menos un 35 % de materia grasa. Salen aproximadamente unos 40-50 gramos de mantequilla y unos 90-100 ml de buttermilk.





Elaboración:
1. Vamos a proceder a montar la nata líquida, que debe haber reposado en la nevera un mínimo de 24 horas antes de este proceso. Para ello, dispondremos de un bol frío lo suficientemente hondo para que no salpique y de una batidora de varillas de las normales (no hace falta la kitchenaid, electrodoméstico que por cierto tampoco tengo).
2. Cuando esté la nata medio montada, no bajaremos la velocidad, sino que seguiremos batiendo. ¿Por qué? Nuestro objetivo es cortar la nata con tanto meneo y obtener mantequilla.
3. Al cabo de un ratito de sobrepasar el punto de montado, nuestra nata empezará a tomar un tono amarillento. Continuamos batiendo.
4. Se crea una crema untuosa de color amarillo. Seguimos con la batidora a máxima potencia.
5. La nata empieza a adquirir aspecto de requesón y comienza a precipitar al fondo de nuestro bol. Sólo queda batir un pelín más.
6. Como podemos observar en la foto, el suero se ha separado de lo que ya es nuestra mantequilla casera.
7. Colamos el suero y apartamos la mantequilla. Ésta todavía contendrá líquido, con lo que podemos probar a ponerla en un colador y presionar hasta que quede casi seca. Moldeamos la mantequilla con la forma deseada.
8. Conservamos el buttermilk en un bote hermético y la mantequilla envuelta en un papel film o de aluminio. La mantequilla ya la he probado debo decir que no tiene nada que envidiar a la comercial de la marca. Muy, muy rica. Ambas cosas se pueden congelar sin problema si no las vamos a consumir en unos días.

En el próximo post os contaré mi experiencia con el buttermilk casero en la elaboración de  unos muffins. Pretendo conseguir una textura especial que recuerde a un bollito tierno y no tanto a la magdalena convencional. Y ya de paso pruebo el molde y las cápsulas de Ikea especiales para este tipo de pastel ;)

12 enero 2012

Especial Navidad (IV): Roscón de Reyes


Ya vienen los Reyes....


por el arenal...

y le traen al niño...

rosco artesanal...



¿Qué tal habéis finalizado los días de fiesta? Espero que los Reyes hayan esparcido un poco de alegría y optimismo en vuestros hogares, que falta hace en estos tiempos que corren. Para acabar con buen sabor de boca este Especial Navidad, la propuesta para endulzar el desayuno/comida/merienda es bastante obvia: Roscón de Reyes. De hecho, la blogosfera culinaria olió a rosco durante toda la semana pasada y somos muchos los que optamos por mancharnos las manos y dedicar un rato de nuestro tiempo libre a elaborar este postre tan típico en los hogares españoles.
No soy persona que me guste hablar de la crisis, pero reconozco que hasta en este tema la muy petarda ha expandido sus tentáculos en forma de tartas de plástico a precios imbatibles en las grandes superficies. Evidentemente, en términos puramente económicos no sale a cuenta ni encender el horno, pero a cambio la gente maltrata su paladar hasta que se vuelve tan insensible de no distinguir entre un relleno de nata montada y esa especie de grasa vegetal hidrogenada con la que se ahorran hasta la refrigeración. Lo que ya enerva son esos comentarios referidos a "lo poco que merece la pena meterse en harina cuando ya te lo venden hecho en el súper. ¡Y en oferta!". Pues bueno, pues vale. Yo me metí al estómago unos trozos de auténtico bollo esponjoso aromatizado con naranja y limón de verdad, que no se hace bola y cuyo relleno no me va a provocar la obstrucción de la arteria coronaria. De hecho, aseguro que, a pesar de lo ingerido, mi talla no ha variado en absoluto. 


Cierto es que el proceso lleva su tiempo (hasta 3 levados) pero no hace falta ser muy cocinillas para obtener unos buenos resultados. La receta, al igual que la del tronco, está sacada de webos fritos y también contiene apoyo visual para los que no crean que otro rosco es posible. Lo único que he variado ha sido que no he utilizado agua de azahar sino un chorrito de anís que aporta un toque evocador a su hermana más pequeña, la rosquilla.

Aclaraciones y consejos:
* El levado de la masa base o madre se ha realizado en un bol con agua tibia para acelerar el proceso, pero se puede perfectamente (yo lo hice en 2011) dejar la bola a temperatura ambiente en un recipiente tapado con un trapo hasta que doble su volumen.
* Me repito como el ajo, pero mucho cuidado al pintar nuestro roscón con huevo batido porque es bastante sencillo que se deshinche si hincamos demasiado la brocha o pincel.
* Como el mundo está lleno de hornos, al menos en el mío se cuece mejor si durante los últimos 5-8 minutos del proceso conectamos el ventilador (se dora de manera más uniforme).
* Ojito con el tema de atemperar la masa después de dejarla fermentar en un sitio fresquito o de haberla reservado en la nevera: necesita al menos un par de horas para reactivarse. Y digo al menos porque si el ambiente no es calentito como puede pasar a primera hora de la mañana, habrá que armarse de paciencia y no empezar a despotricar como hizo una que yo me sé...


No quiero despedirme sin desearos lo mejor para este año recién estrenado. Y os adelanto que entre mis propósitos de este trimestre están incluidos tanto cake pops (de los que ya colgué en el facebook una foto del primer intento: aspecto mejorable pero de sabor ideal) como los ahora tan de moda macarons. 2012 promete.

04 enero 2012

Especial Navidad (III): Tronco de Navidad

¿Tronco...


o....


tronco...?


¡Esa es la cuestión! Cuando tienes tantas posibilidades de rellenos, almíbares y decoración de un postre tan exquisito como el tronco de Navidad, es muy complicado decidir. En mi caso, y después de deliberar con la almohada, decidí rellenarlo de trufa cocida y cambiar el típico almíbar de licor por uno realizado con zumo de naranja que creo le pega mejor al chocolate. ¿Os explico cómo lograr semejante maravilla de la repostería? ¡Vamos a ello!

Receta base y cambios sobre ella:
* La receta base es una idea de Su, de la famosa web webos fritos. En el enlace encontraréis los ingredientes y elaboración en texto y un estupendo vídeo que hará que se os quite cualquier miedo ante este reto. No nos vamos a engañar, es un proceso que requiere paciencia y sobre todo seguir los pasos al pie de la letra.
*  El primer cambio realizado es en el relleno. Los webos proponen una mousse de turrón de jijona, pero personalmente no me gustan las mousse que incluyen dentro de sus ingredientes gelatina, así que opté por un relleno de lo que se llama por ahí trufa cocida, que no es más que nata montada con chocolate. El único "pero" que pongo a esta opción es que hay que ser previsor y cocinarlo 24 horas antes de usar. 

Trufa cocida (ingredientes y elaboración):
* 1 litro de nata con al menos un 33 % de materia grasa.
* 400 gramos de cobertura negra de chocolate.
Para su elaboración, hay que poner la nata al fuego hasta que empiece a cocer y retirar del mismo. Añadir inmediatamente la cobertura de chocolate cortada en trocitos pequeños para que se disuelva mejor en la nata. Podemos utilizar para mayor facilidad preparaciones de chocolate especiales para fundir que vengan ya en forma de perlas o barritas. Una vez realizada la mezcla, dejar templar y meter en la nevera un mínimo de 24 horas antes de usar. Montar con una batidora de varillas.

Ojo porque con estas cantidades sale trufa como para parar un tren. Realmente para rellenar el tronco con unos 200-250 ml de nata tendríamos bastante (¡ajustad también el chocolate!), pero podemos aprovechar el excedente también como relleno de unos buñuelos, el típico roscón de reyes o decorar unos cupcakes. Otra opción es congelar la trufa ya montada en un recipiente hermético. Aunque se aprecia una ligera disminución del volumen inicial al descongelar, el resultado es bueno. 


* El segundo cambio realizado es el almíbar de naranja. Hay que poner a cocer durante 5 minutos a fuego fuerte 2 dl de zumo de naranja (que puede ser incluso comercial) con 100 gramos de azúcar. Dejamos templar y listo.


* En cuanto a la cobertura, en el primer tronco no me desvié de la propuesta y como podéis observar en la foto el resultado es bastante brillante gracias a que incluye mantequilla.
En el segundo probé a cubrirlo con una capa gordita de chocolate negro derretido sin más y la apariencia es mucho más rústica, pero tiene la ventaja de solidificar en un plis plas y ahorra algo de tiempo. Se asemeja mucho más a la verdadera corteza de un árbol.


Resumen de tiempos (tirando por lo alto, es que soy muy de pensar antes de actuar):
* Día anterior: hacer la trufa cocida y meterla a la nevera.
* Día "D": 
  Hacer la plancha de bizcocho + horneado: 40 minutos si somos mega torpes.
  Reposo de la plancha enrollada: 2 horas.
 Cuando quede una media hora para terminar el reposo preparamos el almíbar y montamos la trufa: 20 minutos.
  Rellenamos el tronco: 10 minutos
  Reposo del tronco relleno en la nevera: otro par de horas.
  Preparación de la cobertura: 10 minutos + templado de la mezcla
  Pintar el bizcocho: 10 minutos + 20 de reposo para hacer las estrías propias de un árbol.
  Decorar y emplatar: lo que cada uno quiera teniendo en cuenta que es recomendable que el tronco repose en nevera o sitio fresquito al menos 12 horas antes de servir.

Por último, un gastroconsejo:
Una de las razones por las que se utiliza el almíbar en la receta es porque el bizcocho no es muy jugoso. Como seguro que os enfrentáis a comensales muy exigentes, para aportar un extra de jugosidad os doy dos opciones:
1. Cuando el tronco ya relleno lleve una hora reposando en la nevera, dad una segunda mano de almíbar de naranja por la superficie. Con las cantidades que os he indicado anteriormente, sobra almíbar para repetir.
2. Si os ha sobrado sólo un poco de trufa al rellenar el tronco, cuando ya lo tengáis bien enrollado, expandid este excedente por su superficie antes de meterlo a la nevera envuelto en el papel de horno. El bizcocho chupará la trufa que necesite, dejando el resto sobre el papel. Una opción ideal para los muy chocolateros.

¡Espero que os guste!