Título --> Contra el viento del norte
Editorial --> Alfaguara
Año de edición --> 2010
Precio aproximado --> 17,95 € en papel y 11,99 € en formato electrónico
Nota --> tiene su continuación en el libro Cada Siete Olas.
No deja de ser una novela romántica, pero contiene un gran ración de bocados de realidad que permiten una empatía total con los dos protagonistas: Leo y Emmi. El primer acierto es ser un libro redactado en forma de intercambio de correos electrónicos. Su estilo ágil e informal conecta enseguida con el lector, que siente cómo va creciendo su curiosidad por saber si se romperá o no la cadena de pensamientos, miedos y reflexiones entre la pareja. El segundo punto fuerte es que indaga de una manera muy creíble la evolución de la relación entre dos desconocidos a través de la red y cómo puede afectar a sus vidas cotidianas. Leo y Emmi forjarán un vínculo muy especial e inofensivo en apariencia, pero las cosas tomarán un rumbo inesperado cuando se den cuenta que prefieren vivir la vida virtual a la real. Por último destacar que no es nada empalagosa. Evidemente contiene elementos de ñoñez indispensable en toda relación que comienza, pero no satura con cantidades de melosidad extrema.
En homenaje a esta pareja tan poco habitual en el género, vamos a cocinar un postre dulce con grandes dosis de chocolate (adalid del amor) pero nada empalagoso: MOUSSE DE CHOCOLATE.
La receta es una versión de una publicación de Karlos Arguiñano en la revista mensual de cocina "Comer bien".
Ingredientes:
- 175 gr. de chocolate negro (preferiblemente especial para uso en repostería)
- 80 gr. de azúcar
- 30 gr. de mantequilla
- 4 huevos
- Opcional para la decoración: fideos de chocolate y canela en polvo
Elaboración:
1. Fundimos el chocolate al baño maría, cortándolo previamente en pequeños trozos. También se puede derretir en el microondas, pero hay que tener cuidado porque el riesgo de que el chocolate se chamusque o forme grumos es alto si no paramos a remover cada pocos segundos. Recomiendo la primera opción porque el calor es menos agresivo. El chocolate es un producto muy delicado e irrecuperable si sufre alguna alteración.
2. Separamos las claras de las yemas de los cuatro huevos. Aunque hay utensilios especiales para este fin, no es necesario disponer de ellos. El método tradicional que yo sigo es el de partir en dos el huevo e ir pasando la yema de una mitad a otra, de forma que la clara va cayendo a un bol que pongo debajo. Ojo porque esta opción es peligrosa si hay gérmenes en la cáscara, con lo que aconsejo pasar el huevo por el grifo antes de su manipulación. Otra técnica es colar el huevo (sin cáscara) por un embudo pequeño: la yema quedará en la parte superior, mientras la clara descenderá por el tubo.
4. Montamos las claras con el azúcar ayudándonos con las varillas de la batidora o en su defecto con un brazo musculoso. Tienen que quedar como muestro en la foto: firmes y esponjosas. Un truco para saber si ya están suficientemente batidas es mover un poco el bol hacia abajo. Si las claras no se escurren, es que ya están listas.
5. Ha llegado el momento crucial: juntar la mezcla que hemos reservado anteriormente con las claras montadas con el azúcar. Para ello, iremos añadiendo cucharadas de claras al bol chocolatero, incorporándolas poco a poco y con movimientos envolventes. Con paciencia repetimos este proceso hasta acabar con todas las claras y obtener el resultado final.
6. Únicamente queda distribuir la mousse en vasos, boles de cristal o cuencos de barro. La decoración propuesta consiste en espolvorear un poco de canela por la superficie de la mousse y adornarla con fideos de chocolate. Por supuesto, también podéis coronarla con un poco de nata montada, pero tened en cuenta que eso añade calorías extra a un postre que de por sí hay que tomar con moderación. Después de decorada, tapar con film de plástico y dejar enfriar en la nevera un mínimo de 4 horas. Mejor si es toda una noche.
Ahora viene la pregunta del millón: ¿por qué tomarse la molestia de elaborar esta mousse si en el súper las hay "iguales" por un precio muy razonable? La respuesta se encuentra sobre todo en la textura. Veamos una foto de una cucharada extraída directamente de un cuenco ya refrigerado.
Las burbujitas que observamos en las mousse comerciales parecen procedentes de un hinchado de aire con bomba a presión. De hecho, su sabor se asemeja bastante al del tradicional yogur sabor chocolate pero inflado. Aquí la esponjosidad es natural 100%. Se nota sobre todo porque al degustar se produce una explosión de sabor a chocolate en la boca que sólo podemos calificar de adictiva pero ojo, no empalagosa.
Espero que os animéis porque os aseguro que merece la pena. Y la elaboración es apta hasta para principiantes, eso sí, con minipimer. Siempre ha habido clases.
Espero que os animéis porque os aseguro que merece la pena. Y la elaboración es apta hasta para principiantes, eso sí, con minipimer. Siempre ha habido clases.
5 comentarios:
Las acabamos de probar en la oficina y están buenísimas. Muy bien explicado con las imágenes, paso a paso no pueden salir mal.
Enhorabuena!
En alemán el libro se titula "Gut gegen Nordwind", a ver si aciertas con el último que tengo que buscar... te daré una pista es de Rafik Schami, aunque me parece que lo sacó en junio de este año, así que no estará traducido :P
A ver que día me paso a hacerte una visita!!
Mmmmmmm, qué rica mousse, Estrella. Una gran receta para un gran estreno. Bienvenida a la blogosfera. Un abrazo.
Excelente debut este, con esa mousse para degustar entre mail y mail de aquellos protagonistas literarios.
Por cierto, tendrías que advertir que este blog no debe visitarse en las horas previas a las comidas,por la salivación que provoca.
Hasta pronto.
Kapov.
Mare mía! Que pinta más rica!
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