11 noviembre 2011

Día del Brownie o crónica del asesinato de unos conguitos


Dramáticos, líricos, poéticos, ¡hasta sádicos!, figuran en la nómina de los escritores que de alguna forma se refirieron al chocolate en sus obras. Y entre los sádicos, el que le dio nombre al género, el marqués de Sade (1740-1810), y entre sus obras, la titulada Juliette ou les prospérités du vice. En ella, Menski, con ocasión de tomar una taza de chocolate, no advierte que le han echado en él, para adormecerlo, un poco de estramonio, uno de los más poderosos narcóticos conocidos, y uno de los más peligrosos tomado interiormente.
Otro de los personajes de la novela, la joven Rose, es envenenada a través del chocolate, igualmente. Y madame Brissac es víctima, ésta definitiva, por el mismo conducto. Con razón, y haciendo referencia a esta inclinación de Donatien Alphonse François de Sade, escribió Roland Barthes aquello de:
Sustancia tónica y asesina, en sus novelas el chocolate termina funcionando como señal de una doble economía alimenticia.
Aunque, al menos por lo que se refiere a la muerte por chocolate como arma utilizada para enmascarar el veneno, hay que reconocer que, en este caso concreto, si el de matar, que es el mayor de los vicios, fue acompañado del goce de disfrutar del chocolate, por parte de la víctima, claro, con lo que su muerte fue, en cierto modo, un poco dulce.
Cita sacada de “El libro del chocolate” de Ignacio H. de la Mota. Ediciones Pirámide, Madrid, 2008.
Hoy es el #diadelbrownie. Los promotores de esta iniciativa son los mismos que crearon la megagalleta, véase el monstruo de las galletasSandeeA y David Monaguillo. La idea es sencilla: un grupo de personas cocina y/o publica en el mismo día las diferentes versiones de una receta. Me apunté con mucha ilusión a pesar de no haber horneado un brownie en mi vida. Qué inconsciente.

Nunca pensé que una cosa tan rica como el chocolate acabara con mi paciencia y despertara instintos asesinos. He comprobado en mis propias carnes una de las desventajas de vivir en una ciudad pequeña: es muy complicado encontrar en los supermercados ciertas cosas. El objeto deseado era esta vez un paquete de gotas de chocolate blanco para fundir que según mi memoria una vez divisé en cierto centro comercial. Ni corta ni perezosa decido ir andando a trabajar (unos 50 minutos en plan paseo) haciendo parada para proveerme. Adelanto la ingesta de comida a la hora del albañil y salgo de mi hogar con hora y media de antelación para ir sin prisas. Cuál es mi sorpresa cuando el único rastro del producto es un precio tirado en medio en las estanterías. Resumiendo: no hay y tal vez no lo hubo nunca.
Presa de furia asesina, mi mente se pone a trabajar en plan Google Maps para localizar el siguiente supermercado que quizá pueda tener algo parecido. Calculo quince minutos dándole a la pata con ganas. Todo esto sin reloj y temiendo no llegar a tiempo al trabajo, así que voy en plan militar: un, dos, un, dos. Nada, sin rastro.
Mascullando maldiciones y con los primeros síntomas de calambres en las piernas llego al centro de mi ciudad, donde decido en un poco de azúcar no me vendrá mal. Entro en una tienda de chuches y entonces los veo: ¡conguitos recubiertos de chocolate blanco! Cómo no se me había ocurrido antes: así tengo el fruto seco (mmm, cacahueeeete) y el chocolate dos en uno. Ni que decir tiene que me agencié una buena bolsa.

La receta que he seguido es la del siguiente vídeo, obra de “El cocinero fiel”. Como no tengo experiencia alguna en este postre necesitaba apoyo visual.

Los ingredientes que he utilizado son:
  • 150 gramos de mantequilla
  • 90 gramos de chocolate de cobertura Valor
  • Una vaina de vainilla (él usa esencia)
  • 200 gramos de azúcar blanco
  • 50 gramos de coco rallado
  • 2 huevos tamaño M
  • Un pellizco de sal
  • 150 gramos de harina
  • 50 gramos de conguitos recubiertos de chocolate blanco sustituyendo a sus pepitas de chocolate y a las nueces.


La idea primigenia era echar los conguitos para que al partir un trozo de brownie se viera una bonita combinación de colores negro-blanco. La realidad es que el blanco apenas se nota y los conguitos parecen una población masacrada por un volcán asesino. Aquí podemos ver un cadáver desenterrado de la rica tierra chocolatera:


Y aquí una foto ampliada de las sepulturas:

Para colmo de males, he intentado arreglar la presentación del plato montando un conejo de chocolate que supuestamente queda la mar de mono. Desgraciadamente un tembleque fatal ha lisiado a la criatura dejándolo cojo. Así que más que un conejo parece un monstruo medio nuclear (así, modo godzilla) que se viene a comer a los supervivientes de la población conguito.


En fin, en todo primer intento hay que ser positivos. Aunque tenía miedo de que quedara seco por la solidez de la masa final, debo destacar que el sabor del brownie es estupendo a la par que jugoso y varias personas que lo han probado han quedado satisfechas.

La intención es lo que cuenta. Espero mejorar la próxima vez.


2 comentarios:

Lamboadas de Samhaim dijo...

¡¡¡Que delicioso.....uhmmmmm, una pinta estupenda!!!
Un abrazo

Miss Migas dijo...

Qué buena la cita, me ha encantado igual que el brownie que se ve delicioso.
Saludos

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