18 enero 2012

Esto me pasa por ser de provincias: buttermilk casero

Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no: "¡así! "
La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.
El cuento de lechera, fábula de Esopo.

Señoras y caballeros que me visitáis desde lugares donde no hay ni un Corte Inglés en condiciones, hoy es vuestro día de suerte: abro una nueva sección titulada "Esto me pasa por ser de provincias", sin más pretensión que ayudar a suplir esas carencias de proveedores que sufrimos todos aquellos aficionados a la repostería sin vivir en una gran urbe.
Cierto es que existen tiendas online maravillosas donde con unos cuantos clicks podemos comprar casi todo lo imaginable, pero tienen un defectillo: exigen cierta planificación para hacer un pedido que salga rentable en cuanto a gastos de envío se refiere. No nos engañemos: comprar suministros de calidad para repostería no es una cosa barata. Y no están las cosas como para exponer a nuestro monedero a una colitis crónica. Si encima planea por ahí la sombra de no ver físicamente lo que adquieres, aparecen las reticencias y al final acabas posponiendo el asunto para "otra ocasión".
Hay que procurar apañárselas con lo que tengamos a nuestro alcance. Con esto no estoy diciendo que aprovechando un viaje a alguna capital no hagamos una pequeña excepción en nuestra política de autarquía, ojo. Pero todo con mesura y teniendo en cuenta que hay ciertas cosas que podemos conseguir de manera casera y económica.
Un ejemplo de producto que nos puede dar quebraderos de cabeza al intentar buscarlo pero que es sencillo de cocinar es el buttermilk o suero de mantequilla. En combinación con el bicarbonato sódico se utiliza para dar jugosidad y humedad a los pasteles. Se supone que lo podemos encontrar fácilmente en Lidl o en la sección de productos internacionales de Carrefour, pero aquí no hubo suerte y no se encontraba en el surtido (en Lidl no vendían ni bicarbonato, ¡el colmo!). Podemos fabricar una versión casera con leche y limón/vinagre (suero de leche, no es lo mismo pero puede valer) o bien a partir de nata líquida como explicaremos a continuación.

 


Ingredientes: 200 ml de nata líquida (brick pequeño) con al menos un 35 % de materia grasa. Salen aproximadamente unos 40-50 gramos de mantequilla y unos 90-100 ml de buttermilk.





Elaboración:
1. Vamos a proceder a montar la nata líquida, que debe haber reposado en la nevera un mínimo de 24 horas antes de este proceso. Para ello, dispondremos de un bol frío lo suficientemente hondo para que no salpique y de una batidora de varillas de las normales (no hace falta la kitchenaid, electrodoméstico que por cierto tampoco tengo).
2. Cuando esté la nata medio montada, no bajaremos la velocidad, sino que seguiremos batiendo. ¿Por qué? Nuestro objetivo es cortar la nata con tanto meneo y obtener mantequilla.
3. Al cabo de un ratito de sobrepasar el punto de montado, nuestra nata empezará a tomar un tono amarillento. Continuamos batiendo.
4. Se crea una crema untuosa de color amarillo. Seguimos con la batidora a máxima potencia.
5. La nata empieza a adquirir aspecto de requesón y comienza a precipitar al fondo de nuestro bol. Sólo queda batir un pelín más.
6. Como podemos observar en la foto, el suero se ha separado de lo que ya es nuestra mantequilla casera.
7. Colamos el suero y apartamos la mantequilla. Ésta todavía contendrá líquido, con lo que podemos probar a ponerla en un colador y presionar hasta que quede casi seca. Moldeamos la mantequilla con la forma deseada.
8. Conservamos el buttermilk en un bote hermético y la mantequilla envuelta en un papel film o de aluminio. La mantequilla ya la he probado debo decir que no tiene nada que envidiar a la comercial de la marca. Muy, muy rica. Ambas cosas se pueden congelar sin problema si no las vamos a consumir en unos días.

En el próximo post os contaré mi experiencia con el buttermilk casero en la elaboración de  unos muffins. Pretendo conseguir una textura especial que recuerde a un bollito tierno y no tanto a la magdalena convencional. Y ya de paso pruebo el molde y las cápsulas de Ikea especiales para este tipo de pastel ;)

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